lunes, 20 de enero de 2014

ACTIVIDAD 2. ADAPTACIÓN DE UNA OBRA LITERARIA-TODO TIPO DE PIELES


ADAPTACIÓN DE UNA OBRA LITERARIA TODO TIPO DE MANCHAS.

Había una vez, no hace tanto tiempo en una gran ciudad de nuestro país, un rey y una reina que tenían todo lo que cualquier persona podía desear. Belleza, alegría, valentía, apoyo del pueblo y como no, amor, ya que este matrimonio se querían mucho muchísimo.                                                                                               
El rey era guapísimo, joven, moderno, alto, moreno, con unos ojos tan azules como el reflejo del mar de las aguas del Caribe. La reina, también muy guapa, sin embargo, era envidiada por todas las mujeres de la ciudad por tener aquel hombre tan guapo como marido. Como digo, este matrimonio era tremendamente feliz, aunque lo único que les faltaba para completar su entera felicidad era tener un hijo.
Después de unos cuantos meses intentándolo, decidieron que la mejor opción era optar por ir a una de las clínicas más prestigiosas del país donde realizaban el tratamiento de “fecundación in vitro”, consiguiendo la reina, por fin, quedarse embarazada. Esta noticia, contentó enormemente a los reyes, ya que después de conocer las dificultades y complicaciones que requería este método, finalmente hicieron realidad su deseo de ser padres. Nació un niño, varón, hecho que contentó muchísimo al matrimonio ya que a pesar de que podrían tener más hijos/as, ya tendrían el que sería sucesor de la corona.                     
Pocos meses después, con el niño siendo tan solo un bebé, el rey comenzó a enfermar y es que a pesar de tener a todos los médicos a su entera disposición, la gripe A fue más fuerte que él, y decidió arrebatarle la vida. Cuando aún estaba el rey con vida, aunque muy enfermo y llegando casi a agonizar en el hospital, la reina fue a visitarle sabiendo que posiblemente escucharía las últimas palabras de su querido marido. Y así, fue. El rey, conociendo el estado de gravedad en el que se encontraba le pidió a la reina más de un favor. El primero de ellos fue que, por favor, le hablara a su hijo de él, que le dijera todo lo que su padre le había querido y deseado ya que él no iba a tener el tiempo suficiente para decírselo en persona. Además, le pidió a la reina que cuando su hijo fuera mayor le diera tres objetos con gran valor sentimental para él: el colgante con el Cristo crucificado, una rueca de hilar con diamantes de swarovski  que había sido de su madre, y la alianza de su boda. El segundo favor que le pidió a la reina fue que se volviera a casar, que era aún muy joven y que quería que su hijo tuviera más hermanos y hermanas con los que jugar en el palacete en el que vivían. El rey, quiso despreocupar a la reina con esta petición, haciéndole ver que no iba a pasar nada porque ella se volviera a casar, que hoy en día la gente se divorciaba y rehacía su vida, por lo tanto ella podría hacer lo mismo, sin preocuparse por el qué dirán en su familia, pueblo o prensa del corazón. Con este consejo, hay que reconocer que la reina se quedó más tranquila, pues de alguna manera ya estaba contando con el apoyo de su marido, quitándose futuros cargos de conciencia. Es cierto que lo única condición que le pidió fue que aquel hombre con el que fuera a casarse fuera más guapo que él. Finalmente, esa madrugada el rey murió.                                                                                                
Tras la muerte del rey, la reina calló en una gran depresión necesitando la ayuda de diferentes psicólogos y profesionales de la salud mental para que poco a poco fuera curando esa pena que tenía. Con el paso de las semanas, la reina fue haciéndose cargo otra vez de los asuntos que le correspondían, actos públicos, reuniones con ministros y jefes de gobierno... en definitiva, volvió a hacerse cargo de la apretadísima agenda que tenía programada. Al igual que con su hijo, al cual había tenido algo abandonado desde la muerte de su marido tratando de pasar más tiempo con él, recogiéndole del colegio, haciendo los deberes y jugando a ratos con él.
Pasaron los años y el príncipe fue creciendo, cogiendo un gran parecido a su padre. Moreno, con ojos azules, alto y muy inteligente. Al mismo tiempo, la reina se ocupaba de los que eran sus obligaciones, dejando algo olvidada la promesa que le hizo a su marido fallecido.                                
La reina, no había vuelto a casarse ni parecía que tenía mucho interés por buscar aquel hombre que debía ser más guapo que su antiguo marido. Todos los trabajadores de la casa real, no importaba si eran consejeros de la reina, su personal shopper, el chef, jardinero, masajista,  chofer, mayordomo, o asistentes de limpieza empezaban ya a preguntarse cuándo iría la reina a decidirse por buscar una nueva pareja que pudiera complacerla a ella y a su difunto marido, a si que decidieron reunirse con ella para hacerle llegar su preocupación. La reina, cayó en la cuenta de que lo que le estaban diciendo era más que cierto, por lo que mandó a su principal y confidente ayudante, que le trajera un fichero con las fotografías de todos los reyes, aún solteros, de todos los países del mundo. Lo que sucedió viendo las fotografías es que ninguno de ellos, era más guapo que su marido muerto, por lo que decidió bajar un escalón en las diferentes élites sociales, buscando nuevamente un hombre con el que poder casarse, pero esta vez dentro de la nobleza. Los consejeros se encargaron de contar con la presencia de la reina en todos los grandes eventos que se fueran a realizar en dentro o fuera del país como fiestas benéficas, importantes congresos empresariales, viajes de exclusivo lujo con importantes familias...  para ver si de esa manera, la reina encontraba a uno que fuera más guapo que su marido. Igualmente, continuó sin encontrar a un solo hombre más guapo que el rey.  A  pesar de que ya no importaba si se trataba de hombres que se encontraran en clases sociales inferiores, la reina se dedicó ella en persona a buscar en internet páginas para buscar pareja, esperando que por algún lado apareciera ese hombre tan esperado que fuera más guapo que su marido, pero sin suerte, no encontró a ninguno. Al mismo tiempo, el príncipe iba creciendo y la reina continuaba sin encontrar al que podría ser su nuevo marido, reflexionando y buscando día tras día nuevas estrategias para encontrarlo. Un día, mientras el príncipe jugaba en la piscina del jardín y la reina charlaba por teléfono con una de sus mejores amigas, vio por un segundo la imagen de su marido reflejada en la cara de su hijo, decidiendo dejar la conversación con su amiga para otro momento y pararse a reflexionar sobre la iluminación que se le acababa de venir a la mente, y así lo hizo. Minutos más tarde, decidió acercarse a su hijo y contarle cuál había sido la última voluntad de su padre y cuál era su nueva idea, es decir, tomarle a él como futuro esposo. Se lo explicó todo estratégicamente, y sabiendo que aún era joven porque no tenía más que dieciséis años, le propuso que hicieran pública la noticia de su promesa en todos los medios y que en unos dos o tres años harían la ceremonia y el banquete oficial. Lo primero que pensó el príncipe fue que su madre no estaba bien, y que quizás necesitaba asistencia médica para que borrara esa idea de su cabeza. La reina, que se dio perfectamente cuenta de cuál era la reacción que estaba tomando su hijo, respondió que tenía que ser así y que no había otra opción ya que esa había sido el último deseo de su padre junto con el colgante con el Cristo, la rueca y la alianza  que le entregó en ese momento, utilizando el chantaje emocional para explicarle con detalle las palabras de su marido muerto. El príncipe, sin otra opción, le pidió a su madre que le diera un poco de tiempo para pensarlo encontrando la mejor forma de alargar el asunto. Ésta idea, era principalmente para quitarle a su madre de la cabeza esa atormentada propuesta, o por lo menos, para alargar de alguna manera el acto. Por eso, le comentó a su madre que ya que se iba a casar y que ni si quiera había tenido la oportunidad de elegir él mismo con quién, le gustaría que se juntaran los diseñadores más importantes del mundo de la moda y le hicieran tres smokings como posibles trajes de boda, y que una vez que los tuviera en sus manos, accedería a casarse con ella. Uno de ellos tenía que ser tan dorado como el sol, el otro tan plateado como la luna, y el otro tan brillante como las estrellas. La reina, encantada con la propuesta de su hijo, aceptó, encargándose ella misma de ir a las pasarelas más prestigiosas de moda como la de Milán, París o Nueva York a elegir las mejores telas y materiales para empezar cuanto antes la confección de los tres smokings. Al cabo de un año, o año y medio, los tres trajes del príncipe ya estaban diseñados, confeccionados y en manos de éste, por lo que el príncipe empezó a agobiarse pensando que cada vez esa idea del compromiso con su propia madre estaba más cerca. Lo que decidió hacer esta vez, para hacer un poco más de tiempo, era pedirle un regalo de boda. Con la excusa de que era un príncipe muy presumido y coqueto, ésta vez le pidió a su madre un abrigo con todo tipo de manchas. La reina, algo cansada ya de que su hijo no hiciera más que alargar el tiempo, optó por lo más fácil y rápido, encargándose ella misma de buscar en amazon.com un abrigo que cumpliera con las características que su hijo deseaba. Como no lo encontró, al tratarse de algo bastante exclusivo, decidió seguir buscando en numerosas páginas web donde pudiera encontrar si no era eso, algo similar, hasta que finalmente, al cabo de otro año y medio, lo encontró en ebay. Eso sí, una vez comprado el abrigo, mandó limpiarlo y tratarlo para que quedase como nuevo. Y ahí estaba, el flamante abrigo de todo tipo de manchas que le enseñó a su hijo. Era largo, muy largo, incluso más que la alta estatura del príncipe, también tenía mangas muy anchas acordes con las últimas tendencias del momento y bastante exclusivo para que fuera únicamente para él. Una vez la reina le entregó el abrigo a su hijo, éste se fue a su habitación pensando que ya había llegado el momento, y que mañana se despertaría con la noticia de su compromiso en la red, televisión, radio, periódicos... por lo que decidió huir sin decirle nada a nadie. Cogió los tres nuevos smokings, el colgante con los tres recuerdos que le había dejado su padre, se maquilló la cara y las manos y decidió marcharse con el abrigo de todo tipo de manchas puesto. Como tampoco sabía dónde ir porque había estado siempre acostumbrado a que su chofer le llevara a todas partes, antes de marchar se le ocurrió la idea de imprimirse un mapa con las líneas de tren y autobús que le llevarían a algún otro país o ciudad con la suficientemente gente como para que no le pudieran reconocer tan fácilmente. Y así lo hizo. Con el temor de que tanto la policía, la guardia civil, o los propios ciudadanos le pudieran encontrar y reconocer en algún momento, decidió que viajaría de noche y dormiría de día, en cualquier parte de la calle para conseguir no levantar sospechas y poder llegar a confundirlo con un indigente. Una de esas noches en las que el príncipe estaba esperando en una solitaria estación de tren, oyó y percibió como una patrulla de guardias que se acercaban a donde él estaba, tirado en el suelo con cuatro cartones para refugiarse del frío. Cuando vinieron, él asustado por si acaso alguno era capaz de reconocerlo a pesar de las largas barbas que tenía con las que conseguía disimular su aspecto, comenzó a hablar como un extranjero que no domina la lengua, es decir, como lo que era pues se encontraba en los primeros pueblos de la entrada de Francia,  argumentando que no hacía nada malo ahí y que solo estaba esperando al próximo tren que le llevaría a la ciudad más próxima. Los guardias, al ver que realmente era una persona inofensiva y descuidada físicamente decidieron ayudarle, poniéndose rápidamente en contacto con la presidenta de la comunidad en la que se encontraban, la cual tenía muchísimo carisma y entrega por las personas más desfavorecidas de su ciudad. Los guardias, le transmitieron el mensaje de la presidenta a nuestro príncipe, ofreciéndole un puesto de trabajo como pinche, es decir, ayudante del chef en el fantástico chalet de ésta. Él, muy agradecido por la oportunidad que le estaban dando, les pidió una única cosa y es que no podía quitarse el abrigo de todo tipo de manchas. Argumentó que era un recuerdo muy valioso para él y que no quería separarse de él ni un momento, extrañados, los guardias y la presidenta aceptaron la propuesta de éste. Los, días, semanas y meses iban pasando en aquella nueva ciudad en Francia, y parecía que todo iba sobre ruedas. Descubrió una habilidad oculta en la cocina, a pesar de que siempre le habían interesado los realities shows de televisión relacionados con el tema, nunca había tenido la oportunidad de ver si realmente valía para esto, pues toda su vida había tenido a su disposición un servicio que se encargaba de esta tarea. Además, hizo muy buenas migas con su chef, y con el resto de personal que trabajaba en casa de la presidenta, que tampoco era mucho, pues como digo se trataba de una casa más bien normal. Llegado el mes de Mayo, la presidenta con motivo de sus veinticinco cumpleaños, decide hacer una celebración por todo lo alto, dedicando los tres días del puente de este mes a la fiesta,  pues no olvidemos que aún es joven y le gusta mantener vivo su espíritu. Todo tipo de manchas, que así es como era llamado el príncipe fuera de su casa, le pidió al chef que si después de tener aperitivos y pinchos listos para el picoteo de la fiesta, le dejaba ir un ratito a mirar disimuladamente los invitados e invitadas de la fiesta, ya que estaba seguro de que había chicas muy guapas. Todo tipo de manchas, estaba enamorado hasta las trancas de la presidenta, pero era imposible que se lo dijera porque nunca mantenía conversaciones más largas de cinco minutos con ella. A todo esto, el chef acepta que vaya a echar un vistazo, pero tenía que ser rápido porque después debía volver para recoger la cocina y preparar la leche con cola-cao que a la presidenta la gustaba tomar todas las noches antes de irse a la cama. Toda clase de manchas, se fue corriendo a la habitación, se cambió y decidió ponerse el smoking dorado como el sol, aseándose, se afeitó un poco la barba y se presentó en la fiesta. Moviéndose entre el ambiente que había, acabó hablando y bailando con la presidenta. Ésta no se llegó a preguntar en ningún momento quién era y por qué no le conocía, pues podría ser perfectamente algún amigo de alguna amiga/o suyo que había ido de acompañante. En la charla que mantuvieron, la presidenta se quedó alucinada y maravillada con este chico que acababa de conocer, lástima que cuando ella quería intercambiarse el número de móvil con él para chatear en algún momento, él desapareció. Se dio cuenta de la hora que es y sabía que tenía que volver a la cocina a ayudar al chef, pasando antes por su habitación a echarse algo de maquillaje en la cara y las manos, así como arroparse con el abrigo de todo tipo de manchas. Rápidamente, recibió un whatsapp del chef, que muy enfadado le pedía explicaciones de por qué aún no había llegado a la cocina. Cuando toda clase de manchas llegó, estaba todo prácticamente recogido, por lo que se dedicó únicamente a pasar la aspiradora, fregar el suelo y preparar el cola-cao con la leche hervida para subírselo a la habitación de la presidenta. Casualmente, o no, toda clase de pieles echó en la leche el Cristo crucificado de su padre y se lo subió a la presidenta. Cuando toda clase de manchas se fue, la presidenta se tomó el cola-cao bien calentito pero de repente se atraganta con algo, y descubre que es el Cristo. Extrañada de pensar a quién se le ha podido caer algo así en la leche, lo limpió dejándolo en la mesilla de noche. Al día siguiente, fue el segundo día de celebración del cumpleaños, por lo que todo volvía a ser muy parecido. Pinche y chef se encargaron de preparar todos los canapés para el "brunch", y todo tipo de manchas volvía a pedir permiso para ir a echar un vistazo a la fiesta. Esta vez, se puso el smoking tan plateado como la luna y de nuevo, presidenta y príncipe volvieron a encontrarse, bailar y charlar largo y tendido. De nuevo, toda clase de manchas se dio cuenta de que era la hora de irse, esta vez un poco antes, consiguiendo librarse de la bronca de su jefe más directo. Volvió a su habitación a ponerse el abrigo de todo tipo de manchas y bajó a la cocina a preparar el café, pues no olvidemos que esta segunda fiesta era a medio día. Ésta vez, decidió echar en el café, la rueca de hilar, para a continuación subirle el café, sin cafeína, a la presidenta para que se lo tomara antes de echarse la siesta.  Ésta, volvió a notar algo en la bebida y decidió bajar a la cocina para comentarle el incidente a su chef, éste lamentándose por lo sucedido, argumentó que él no había puesto nada, pero que lo sentía mucho y que no iba a volver a ocurrir, mientras tanto, todo tipo de manchas, ya se encontraba descansando en su habitación tras haberse dado una buena ducha. Al día siguiente, todo sucedió de la misma manera, y aunque esta última fiesta volvía a ser por la noche, todo tipo de manchas quería volver a pedirle permiso al chef para ir de nuevo a echar un vistazo a la fiesta de la presidenta, éste le da permiso con la condición de que por favor, fuera más puntual que ningún día pues les esperaría un largo trabajo después de la fiesta. Todo tipo de manchas, corrió hacia su habitación y se puso el último smoking que le quedaba, ese que era tan brillante como las estrellas. Se arregló más que ningún día, se aseó más que ningún día y se perfumó también más que ningún día. Todo tipo de manchas, por fin llegó al baile, pero hoy algo era diferente. La presidenta ya sabía que tarde o temprano ese chico iba a estar ahí, a si que no dudó ni un momento en encargarse de decirle al DJ que música debía sonar en el momento exacto. Todo coincidió tal y como ella lo había planeado, y en el momento en el que le vio aparecer, no pudo evitar acercarse a él para iniciar de nuevo una conversación, y quién sabe si un baile también. Este último día, ya había más confianza entre ellos dos, ya que se estuvieron viendo los días anteriores por lo que ella se atrevía a acariciarle la cara, agarrarle de la cintura, tocarle las manos... él, tremendamente tímido, le daba algo de vergüenza la situación pero sin importarle demasiado siguió disfrutando del rato con ella. De repente, después de estar sumergido en una interesantísima conversación con la presidenta, toda clase de manchas se dio cuenta de que era más tarde que ningún otro día, eso quería decir que la fiesta estaba a punto de acabar y que él debía irse a la cocina a preparar el cola-cao para la presidenta. Como era tan tarde, no le daba tiempo a nada más que ponerse el abrigo de toda clase de manchas encima del smoking que llevaba puesto esa última noche, tampoco pudo maquillarse para similar su aspecto más común al que todos estaban acostumbrados.  Llegó corriendo a la cocina, y no le daba ni tiempo a hervir la leche para el cola-cao, como a la presidenta le gustaba, a si que optó por calentarlo en el microondas que es más rápido, sin olvidarnos de que dejó caer ya el último objeto que le quedaba, el anillo de bodas de su padre. Todo tipo de manchas, se lo subió como cada noche a la presidenta. Esa noche, a diferencia de las demás, la presidenta le pidió que le acompañase mientras se tomaba el cola-cao, ya que estaba muy cansada y como se había hecho algo tarde pues así se podría bajar el vaso directamente a la cocina. Todo tipo de manchas, asintió con la cabeza, y esperando a que la joven presidenta se bebiese el cola-cao, muy muy lentamente por cierto. Ella, mientras tanto, no dejaba por un segundo de observarle hasta que en el último sorbo que dio, sus labios chocaron contra algo frío y duro. Ella, la presidenta, se levantó hacia él y preguntándole si sabía qué era eso que había en el cola-cao que él mismo acababa de preparar. Él que ignoraba totalmente las intenciones de la presidenta, le dijo que no sabía qué era eso, y que tampoco sabía por qué estaba ahí. Lentamente, la presidenta, se acercó a él con la alianza en la mano y cuando se encontraba a una distancia algo más comprometida de lo normal,  le dijo que ella sí que sabía lo que era. En ese momento, todo tipo de manchas se puso firme, sin esperar esa respuesta de ninguna de las maneras. La presidenta se acercó con suavidad un poco más a él, dejándole caer la caperuza que le había estado tapando la cabeza y casi la cara en todo momento. Ella, agarró la mano de todo tipo de manchas para decirle, que ésa alianza que estaba en su vaso era la compañera de ésa alianza que ahora llevaba él en la suya. A la presidenta, sin importarle que fuera ella la que se estaba declarando, dispuesta a romper las tontas tradiciones de la sociedad le dijo: - No sé quién eres, hemos estado hablando estos días pero tampoco sé cuál es tu nombre, sí sé que tienes una historia muy interesante detrás que estoy dispuesta a escuchar tantos días, semanas, meses o años como los que deseo estar contigo, ¿aceptas ser mi novio, amigo, compañero y quién sabe si marido? Y él felizmente aceptó.

                                       FIN



3 comentarios:

  1. Mola esta adaptación tan moderna, metes temas muy actuales en comparación con el cuento original. Es una mezcla original entre lo clásico con la monarquía con lo moderno, te lo has currado bastante.

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  2. Anita me ha encantado tu historia, cuando me contaste tu idea para la adaptación me pareción cojonuda, pero una vez terminado es aún mejor. Me gusta el cambio de papeles que has hecho, siendo el rey quien muere y no la reina y haciendo así que la historia sea distinta, y ambientando la historia en un mundo moderno y actual. Hase seguido la estructura original de la historia que era el objetivo de la actividad. Muy chula

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  3. Bueno... el planteamiento es bueno pero has dejado justo lo que había que cambiar sí o sí, es decir, el tema del incesto. Por lo demás, has respetado el esqueleto de la historia original pero no has dicho para qué edad lo has adaptado ni has justificado los cambios.

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